miércoles, 29 de julio de 2009

Una poesía al amor y a la locura

Caminantes, amigos míos

Tal cual les había comentado, transcribo dos cartas que encontré en la red, (por el bien de mi razón, pero más que todo por el bien que merece esa, nuestra noble palabra - Amor - ruego sean fehacientes). No quiero desbordar algo que es sencillamente emocionante y los dejo con ellas.-

UNA CARTA DE CAMILLE CLAUDEL A AUGUSTE RODIN

¿Dónde dejamos las palabras que una vez levantamos con barro y madera?
¿Quién puede quebrarlas ahora que el otoño revienta en los campos y se oxidan los ríos y los árboles con otro fuego más profundo?
Hay algo de ese fuego en los muros del manicomio.
Hay mucha tristeza en esa fuente que mana el agua del olvido, no la fuente que vi en tus ojos cuando me besaste y yo me ahogaba.
No creo que otro monólogo pueda decirlo, no esa misma soledad embriagando el delirio de estos colores.
Dejo el cielo junto a los jardines de Francia, en aquellos ojos tristes que me ven cuando quiebro el horror que te hizo bello.
¡Oh Rodin! La muchacha en llamas se está despidiendo.
¿Cómo sabías que había gente dentro de esa gran piedra blanca?, me preguntó un niño que me vio llorar con su lindo gato en los brazos.
No sé lo que ocurrirá después, no conozco otro infierno donde pueda esculpir tu rostro Sin que tu ambigua mente de piedra me haga daño.-


UNA CARTA DE AUGUSTE RODIN A CAMILLE CLAUDEL

"Mi feroz amiga,
Mi pobre cabeza está muy enferma y ya no puedo levantarme por la mañana.
Esta tarde he recorrido (horas) nuestros lugares sin encontrarte.
¡Qué dulce me resultaría la muerte! Y qué larga es mi agonía.
Por qué no me has esperado en el taller. ¿Dónde vas? cuánto dolor me estaba destinado. Tengo momentos de amnesia en los que sufro menos, pero hoy el dolor permanece implacable.
Camille mi bienamada a pesar de todo, a pesar de la locura que siento acercarse y que será obra tuya, si esto continúa. ¿Por qué no me crees? Abandono mi Salón, la escultura. Si pudiera irme a cualquier parte, a un país en el que olvidara, pero no existe. Hay momentos en que francamente creo que te olvidaría. Pero de repente, siento tu terrible poder. Ten piedad malvada. Ya no puedo más, no puedo pasar otro día sin verte. De lo contrario la locura atroz. Se acabó, ya no trabajo, divinidad maléfica, y sin embargo te quiero con furor.
Mi Camille ten la seguridad de que no tengo ninguna amiga, y de que toda mi alma te pertenece”.

miércoles, 15 de julio de 2009

Carta Nº 3

Introducción:

Queridos caminantes, antes que todo, tenía abandonado este espacio, es que a veces uno es devorado por el vértigo molesto de las obligaciones y la mente se desvanece, fenece, entre números y palabras insípidas. Pero acá regreso. Hoy les dejo Carta Nº 3. Carta Nº 3 Nace luego de haber leído un par de cartas en internet (creo que serán reales - no lo comprobé a ciencias exactas) pero les decía encontré correspondencia entre una pareja en la cual el amor se transformó en locura. Auguste Rodin - Camille Claudel (Maestro-discípula , Amantes vedados una historia bella pero triste de amor locura) Busquenlas o en otra ocasión las dejaré en este blogs. Pero así fue como esto me fascinó, la idea de un amor entre correspondencias, un amor que se dibuja entre las letras de unas cartas, un amor que lo deja todo en ellas y pide, absorbe todo a la vez del otro a través de la escritura. Aquí les dejo Carta Nº3, escribí seis más que las iré dejando de a poquito, y a la vez utilizo algunas en mi novela que aunque lenta, se que pronto saldrá de las tinieblas.
Los dejos y les deseo Todas las letras.
Martín


CARTA Nº 3

No digas nada pues mi alma se retuerce pálida y bucólica de saber que estás lejos, de saber que no se de tu aliento. Mis manos se quiebran en mil fragmentos al querer tocarte y renegar que sólo eres ilusoria; esa ilusión que aunque cada uno de mis otros se empecinen soberbios en afirmarse únicos, la heroica sospecha, clava sus dentelladas sobre esta razón de sobreviviente poeta y se transforma en todas y cada una de las gotas de ese eterno río.

No me niegues, no refutes mis palabras, tan sólo fluye en ellas como ellas fluyen por ti amor, eternidad del alma errante de aquel barquero inútil y desdichado que busca insípido su descanso en otros brazos.

Te extraño.