jueves, 11 de marzo de 2021

 



De cualquier forma sentían satisfacción pues desde sus nacimientos comprendían que estaban hechos para separarse. Más allá de todo subieron vertiginosos la angosta escalera que los conducía hacia esas cuatro paredes, aquellos viejos peldaños hoy se veían gastados, quizás siempre lo estuvieron. En realidad todo el edificio era una ruina como en otrora momentos.

El tiempo perpetraba zozobrante el dulce encanto de los recuerdos para destronar el hilo fulminante de la infinidad del instante. Se detuvieron ante aquella cómplice puerta como si fuera la primera vez, se miraron, el tomo la mano de ella mientras que con un pie empujó el pedazo de madera que chirrió como festejando.

Entraron, soltaron sus manos, coincidieron nuevamente sus ojos y percibieron lo de siempre, lo de años atrás, ese olor brutal del sexo, de sexo amor amantes…

Aunque las paredes se caían a pedazo y el viejo colchón seguía tirado en aquella esquina, todo les parecía impresionante, como agolpado de repente contra sus recuerdos.

Ella caminó cortando el entramado aire que ya comenzaba a tragarlos, sus pasos rompían el monótono silencio de la tarde, quiso volver a sentir esa sensación de quietud que se dibujaba cada vez que decidían tenerse, el hecho de revivir el mágico rubor que se extendía por su cuerpo cuando una vez que había acabado, se levantaba desnuda del esquinado colchón y caminaba hacia la ventana para respirar profundo el aire que se agolpaba a través de la desvencijada persiana.

La tarde se recortaba tediosa y plomiza sobre la silueta melancólica de la ciudad. El trató de romper el silencio pero solo logró poner su vista sobre su reloj pulsera como en todas aquellas otras  ocasiones.

Se miraron por enésima vez, sonrieron, se tomaron de la mano, dedujeron que el tiempo y la vida misma se habían filtrado una vez más en su intimidad. De cualquier forma sentían satisfacción pues desde sus nacimientos comprendían que estaban hechos para separarse. Se dirigieron hacia la puerta pero esta vez sin mirar atrás…

lunes, 30 de mayo de 2011

Noche

La noche te deja de bruces sobre mi alma
y tu palabra se filtra lavanda fragancia.

La noche te acorrala inexorable;
no tienes salida y narcótica
te desvistes sin pudor de todas tus miserias.

No murmures ni calles noche mía, se tú;
se aquella, la del banco de la plaza;
se la otra, la del mate, la de la espera.

La noche desvaría aquelarre voraz
envolviéndonos con enjundia
tratando de resolver la inevitable trama.

Rueda sagrada la de querer comprender
sus silencios, sus oscuridades,
sus melancolías…

Noche inocente que propones
una tregua y me regalas
un beso licor que fluye en mis sentimientos.

Noche áspera que se esfuerza por no quebrarse,
que se afana por no derramar
la inexorable y triste gota.

Noche de noche sin luna
que sufre por tenerme
y teme por perderme.

Ábrete, confíame nuevamente tu hondo secreto,
refléjame argento sobre tus campos dormidos.
Dedícate a dedicarme el rito demencial
de tu tinta sobre mi olvidado verso.

La noche se duerme… Yo la quiero.    

lunes, 21 de febrero de 2011

Tiempo de Vicentico


          
            La tarde se aprisiona entera sobre la costanera. Nuestros pasos discurren inmejorables, es tiempo de Vicentico. Nos miramos, sonreímos, tu compact quedó cansado sobre el sillón.

            Todo se había generado en la radio; “Sólo un momento” sonaba persistente e inquietante en tus oídos preguntando si al final estaría ahí. Y una mañana cualquiera de puro impulso como siempre, fui corriendo hacia la disquería y te hice ese obsequio. Lo adoptamos, murmurábamos todas sus letras, nos encantaba escucharlo. Tardes de llegar y verte distendida leyendo sobre el sofá y tarareando uno de los temas del Cd mientras tus mates esperaban mi compañía.

-         Viene Vicentico – Fueron mis teclas sobre tu Chat y la ufana espera truncó la rueda.

La tarde se aprisiona entera sobre la costanera y se excusa entre los primeros signos de oscuridad que trae un rumor distinto. La escenografía nos atrapa, nos hace parte, se nos encarna infinita.
-         Quedémonos acá – Me decís.
De a poco la intensidad sube, “falta poco”. Comenzás a sentir que los espacios se contraen, el calor santafesino, su humedad se nos apoya viscosa sobre la piel; otros procuran sus sitios, somos una trama enorme y ansiosa que se sostiene aguardando expectante.
Estamos callados, el corazón de puro guapo se agolpa sobre mi pecho. Miro el cielo, vos también; no hace falta diálogo, sabemos y no nos importa que la lluvia amenaza.
Comienzan aplausos, silbidos, acompañamos la mole trama, nos miramos: “falta poco”.

Ahí está – No veo - me decís, te ponés en punta de pie, te ayudo un poco.

Los primeros acordes suenan, “es tiempo de Vicentico” un tiempo que se pierde, un tiempo que nos pierde en nosotros, en aquellos que nos precedieron. Es tiempo de Vicentico. Se desgaja la memoria y aterrizamos victoriosos en aquellos que seremos y que fuimos, nuestras manos se unen y se separan, aplaudimos, sonreímos, los años pierden validez acrecentando el fresco sabor del instante. Te miro sin que lo notes y todo fluye, la trama se disgrega, una onírica imagen que se resumen en la música y nuestras almas nos consume y alimenta encendiendo una y otra vez la esencia misma de nuestra unión, soplando como un fuelle salvaje e implacable cada célula de toda nuestra historia. Las letras nos dejan en una y otra esquina del camino.
No queremos que te bajes, seguí tocando. Llovizna y por esas cosas tu último tema inunda el ambiente. Llovizna, como llovizna tu “está lloviendo pero yo no me voy a mojar mis amigos me cubren cuando voy a llorar…y las imágenes se suceden sobre aquellos que no están y me apoyo sobre tus hombros.

La noche se despereza enorme entera sobre la costanera. Nuestros pasos discurren inmejorables, es tiempo de Vicentico. Nos miramos, sonreímos, tu compact quedó cansado sobre el sillón.

31 de Diciembre - 1º de Enero

                     Queridos amigos: mis escritos suben, bajan, viven, mueren. Hoy regresan.
                     En algún fin de año y un poco homenajeando a ese enorme que fue nuestro Jorge Luis Borges escribí:


31 de Diciembre

Alejado del montaje que supone el festejo de un supuesto cambio,
me atrevo y decido que son en tus abstractos contornos donde reside “la imagen”.
En ellos se funden la “cifra de Borges”, “Heráclito y su río”,
“Parménides y Aristóteles”... “La vetusta rosa de Coleridge”...

¿Puede tu complejo ser  refutarse con tu pasado y tu presente?
¿O quizás tus antiguos y contiguos se funden en ti profusamente, pero delatando algo?
Segundo eterno del “Gran cambio”, igual a todos pero distinto a todos.
Segundo efímero en el cual se desata el ritual humano que venera lo desconocido.

A ti tiempo que eres cuando dejas de serlo, y sin temor alguno te espejas sobre otro,
te admiro enfervorizado, y al escuchar estallar el primer artificio sonrío satisfecho;
pues una vez más otro yo te vio nacer... 


                        Una de las cosas que hacen enorme este noble ejercicio, es el hecho de volver a insistir en algún tema pero en ocasiones desde otro punto de vista o bajo otra mirada. Es así que les dejo otra mirada del mismo instante, del mismo instante.

1º de Enero

              El alba los sorprendió como siempre, tomados de las manos.
              Con su amor y sus vaivenes a cuesta.
              Con el amargo sabor de tres platos vacíos y una cajita de vino sobre la mesa.
              Pero y por más que no fuese así, aunque simplemente fuese un anhelo
de sus almas todavía dormidas, sonrieron y abrazaron a su hijo.

                                                          Hoy es año nuevo.


                  Todas las letras para ustedes...

lunes, 13 de diciembre de 2010

Calma (A Selva mi compañera de viaje)

Despierto lunes bajo tus suaves formas de mujer.
Quizás seas
la delgada sospecha de mi existencia;
la descarga exulta
de saber a través de tu piel,
que no soy un instante,
la infame desdicha de instantáneas.
Y así sonrío,
y vuelvo a esperar tu aroma…
Tu amor en la mañana…

martes, 7 de diciembre de 2010

Dualidad

Se fue elevando y como en otras tantas ocasiones, subió su rostro para experimentar una apacible brisa que le pintaba la cara, sentía como el aire se filtraba por entre los exultantes poros de la piel, inflando, calmando cada espacio de su carne, iluminando sus oscuridades, diluyendo sus vacíos, sus deterioros.
Agitó sus brazos, era lo habitual, y comenzó su vuelo. Se movía sublime; su sombra se agigantaba cubriendo insolente cementos y verdes que se desleían con su paso.
Pero presentía, algo no andaba bien o mejor dicho algo deseaba su cambio. En su interior esperaba el siguiente cuadro, la horrenda imagen, el Infierno del Dante: Llegaría el momento de su caída; del vertiginoso descenso donde se convertía en esa gota furiosa, esa monstruosa gota que hería y desfiguraba a Heráclito, hecho que a decir verdad no le importaba pues no sabía ya quien era Heráclito o el Dante, en algún momento habían dejado de ser. Se revolvía en el saber que en algún instante llegaría la ocasión de esa bajada si fin donde sus gritos eran inocuos y donde el etéreo infinito se volvía pesado grueso, rugoso, donde podía sentir cómo cada milímetro de su piel se desgarraba en miles de jirones a través de un filoso y nauseabundo aire que lo hostigaba y hostigaba. No supo ya de tiempo, pensó que despertaría pesado, sediento. Trató de abrir los ojos, que en realidad ya estaban abiertos, como queriendo entender lo real. Entonces comenzó a observar y vio su figura destrozada, desorbitada, apática, inmóvil y dócil abrazada por esa tediosa camisa sin mangas en aquel lúgubre rincón de su habitación psiquiátrica.
El silencio era sordo, cerró los ojos y entendió que su alma había decidido…

viernes, 23 de julio de 2010

Besos (los tuyos... Los de mujer... Los de esposa mía...)


La mañana avanza aletargada,
incapaz de truncar la dicha…
Esa sospecha inagotable que
tus besos prodigaron sobre
estos labios…
Sobre esos labios
Que alguna vez
podré besar...